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El teletrabajo como solución complementaria.

Se dan muchas definiciones sobre el teletrabajo, pero aun no hay acuerdo en su exacto significado। La definición más utilizada es la de “trabajo en casa”, pero esa es sólo una de las tantas formas del género teletrabajo. Se podría convenir utilizar la frase “trabajo a distancia” para designarlo. Los más “snobs” asocian esa palabra con expresiones como las de telecommuting, remote work, telehousing, telecottage, televillages, hotelling, satellite offices, neighbourhood offices, teleservice centres, telebusiness centres, flexible working etc. En fin, el teletrabajo es la forma, hoy por hoy, más flexible y “descentralizada” del “camello”. Una ocupación se puede llamar teletrabajo, generalmente, cuando cumple con los siguientes requisitos: A- El lugar donde se desarrollan total o parcialmente las funciones del trabajador es, por lo menos parcialmente, independiente de la ubicación de su empresa patrona y sus clientes, cerca o dentro de la propia residencia del teletrabajador; B- Usar, necesariamente y en grandes cantidades, las tecnologías de la comunicación y la información (computadores con fax modems, líneas telefónicas, intranets e internet); C- Inducir a cambios en los procesos y en la organización; D- Utilizar, generalmente, idiomas extranjeros.

Más de diez millones de gringos y más de un millón doscientos mil europeos, de los cuales más de cien mil españoles, practican esta nueva forma de trabajar। El teletrabajo ofrece muchas ventajas para la sociedad, para el trabajador y para las empresas. Para el trabajador parece obvio: dispondrá de tiempo libre, pues el número de desplazamientos al lugar de trabajo disminuye; no tendrá encima al patrón supervisando a cada segundo sus actividades, tendrá mayor flexibilidad en su horario habitual y un entorno más confortable o, por lo menos, agradable. Para la empresa las ventajas están ligadas a la rebaja en los costos de operación, debido a la utilización de menos espacio, oficinas, equipos, útiles de trabajo, etc. y a la rebaja en los costos de los servicios públicos, como también al aumento de la productividad y, en algunos casos, especialmente cuando el teletrabajador no es exclusivo de una empresa, al ahorro de parte o toda la carga prestacional.

La sociedad también se ve afectada positivamente por la reducción de los niveles de estrés y de polución, junto con el mejoramiento sustancial de los problemas de tráfico urbano। Por supuesto los contras también existen. Para el trabajador esta manera de ganarse la vida puede generar temor a perder el empleo o a bajar en la escala de la promoción (No existe todavía legislación laboral especializada), temor al aislamiento y a la ausencia de contacto social. Finalmente, la falta de espacio en casa, la resistencia a mezclar la vida familiar y la vida laboral, podría crearle un ambiente inadecuado. La empresa podría ver mermado el sentido de pertenencia del trabajador y verse abocada a desconfiar de él, pues podría laborar también para sus competidores.

De todas maneras, el teletrabajo, no obstante no poderse presentar sólo como una especie de empleo o una solución complementaria al desempleo, pues fundamentalmente es una expresión de la transición entre la sociedad industrial y la informática o una consecuencia de la sociedad que empieza a conectarse intensivamente, podría aportar muchísimo en la solución de ese flagelo tan grande de la humanidad, llamado desempleo.

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